9 de mayo de 2012

Jaén Medieval Cristiano con Iuventa

Por el año 1245, para árabes 642 y judíos 5006, el pueblo de Jaén dormía tranquilo y las viejas costumbres aprendidas de padres a hijos seguían vigentes y asentadas sin ser conscientes de lo que se avecinaba en el próximo año. Tanto árabes, judíos y cristianos, pese a las diferencias que les separaban, convivían en perfecta armonía debido al respeto mutuo que se procesaban.
Fue a finales del año mencionado y principios del 1246 cuando las tropas de Fernando III, apodado el Santo debido a su devoción cristiana y sus grandes muestras de piedad y reconquista, entraron en la ciudad y la conquistaron. Esa armonía existente se fue perdiendo poco a poco afectando a todos los sectores, siendo de los más visibles el religioso y el urbanístico. Hay que hacerse notar y como ha ocurrido a lo largo de la historia, y aún seguimos haciendo, destruimos para borrar las huellas del pasado y dejar plasmadas las del presente.
Uno de los cambios que realiza este rey es la delimitación de la ciudad en parroquias, que cogían el nombre de la iglesia a la que pertenecía. En el siglo XIX se cambiarán esta repartición y se designará a éstas como barrios e independientes de la iglesia que haya en sus inmediaciones.
Así antiguas mezquitas fueron convertidas y remodeladas, transformándose en templos cristianos. Ésto mismo ocurrió posiblemente con sinagogas.
La iglesia de San Bartolomé, ubicada en la plaza con mismo nombre y cuya fachada fue alzada por Eufrasio López de Rojas se cree que fue una iglesia visigoda, pero también hay pesquisas de que pudo ser una antigua mezquita. Tanto es así, que a los pies de la iglesia, como material de arrastre, podemos ver dos capiteles de anterior época.
Será en el siglo XVI con el Obispo Alonso Suárez cuando se produzca los cambios más significativos en el templo como la techumbre a modo de artesonado y donde deja su impronta en el escudo, actualmente en la Iglesia de San Ildefonso.
La cabecera del templo originariamente estaba decorada con frescos, pero en 1518 se mandó esculpir a Sebastián de Solís el retablo que actualmente podemos contemplar, excepto una pequeña parte que a consecuencia del incendio producido en la Guerra Civil desapareció y posteriormente fue restaurado. El retablo está dedicado en su eje central al Santo que da nombre al templo representado en el momento de su martirio, despellejado.
En esta iglesia encontramos también restos de otras y que son de suma importancia. Así la pila bautismal realizada en cerámica vidriada al estilo mudéjar que se cree que pudo en su día estar ubicada en la Antigua Iglesia de San Lorenzo. También encontramos aquí el Cristo de la Expiración, procedente del antiguo convento de San Francisco, actualmente Diputación Provincial. Cristo que procesiona todos los Jueves Santos y siempre que el tiempo lo permite.

Desde aquí continuamos la visita hacia el Convento de Santa Clara, que como ya se indicó en el artículo anterior El Canto del Cisne de Sefarad - Judería de Jaén. fué mandado construir por Fernando III El Santo en el siglo XV para la orden franciscana, concretamente las clarisas, la Segunda Orden de San Francisco de Asís y fundada por Clara de Asís.
Se crea en extramuros de la ciudad denominándose “El Arrabal de Santa Clara”. Fué asediado e incendiado en repetidas ocasiones. Ya en 1495 pasará a formar parte de la ciudad y los muros lo protegerán.
El convento era un centro de cultura, se escribía, leía y también se esculpía. Es una ciudad dentro de otra. Sus iglesias son de una única nave con la cúpula situada en el prebisterio como símbolo de acercamiento al cielo. Típico de estos conventos es la creación de un coro alto y otro bajo que utilizarán novicias y consagradas respectivamente, práctica en desuso posiblemente por la falta de vocación actual.
En este templo encontramos un par de Cristos de suma importancia, uno atribuido a Sebastián de Solís y el Cristo del Bambú o llamado también de Los Estudiantes, el cual llama especialmente la atención su policromía. Éste último no se le atribuye a ningún escultor en concreto y sale en procesión los Lunes Santos con la peculiaridad de los cantos de la tuna a la virgen en la salida del templo de La Merced. Posteriormente el Cristo es conducido a modo de vía crucis a su lugar de procedencia, la Iglesia o Capilla de Santa Clara.

Tras esta visita, no sin antes ver caer algunas gotitas de agua nieve, nos dirigimos hacia La Iglesia de San Lorenzo de la cual solo queda el llamado “Arco de San Lorenzo”. Y es que de este templo solo queda la torre, un arco y un dibujo realizado en azulejo pintado en uno de los edificios contiguos al lugar. La iglesia desapareció en su día con el incendio producido por las tropas napoleónicas.
Actualmente, como he indicado, solo permanece en pie una torre que en su día fue sacristía y altar de la iglesia, ésta en su segunda planta, ya que la primera estuvo destinada a capilla dedicada a San Lorenzo.
Tanto la iglesia como la capilla son de estilo mudéjar, de hecho se puede comprobar en los azulejos que aún se conservan.
Este edificio fue declarado en el siglo XIX como Monumento Nacional y restaurado por Luis Berges. Enterrado Juan de Olid y bautizado Maximiliano de Austria en 1555. Sirvió de capilla para el primer concilio celebrado en Jaén y en uno de sus muchos caminos estuvo Alfonso XIII. Actualmente es un lugar cultural donde se realizan algunas charlas y presentaciones de libros.
De este edificio hay ligadas muchas leyendas e historias, así la del “Padre Canillas” que podemos leer en la página de Iuventa.

Tras estar en el Arco San Lorenzo nos tuvimos que marchar pero la ruta continuó hasta la Iglesia de San Ildefonso que no voy a relatar ya que debido a que no estuvimos presente no sería fidedigna a la continuación de la visita.

Nos seguimos leyendo y viendo por esos caminos...


Fuentes de las fotos:





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